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EL CASO CENICIENTA
-Uff, al fin en casa… -Sara se tira en el sillón- ¡Que día más largo!
-Si, tiene toda la razón… qué va a pasar ahora, mademoiselle?
-Sólo Sara, sin el “mademoiselle”, pareciera que soy tu ama o algo así.
-Perdón, la costumbre, pero ¿qué va a pasar?
-Pueden pasar muchas cosas. Yo sólo sé que mañana en el diario va a aparecer en primera plana el asesinato de Charles Graham, y las dos pistas halladas gracias a mí.
-Si usted lo dice…

A la mañana siguiente, cuando Sara se despierta, Nené ya ha preparado el desayuno y puesto el diario sobre la mesa.
-Bonjour mademoiselle! ¿Durmió usted bien?
-Perfectamente. ¿Qué hay de nuevo hoy? –Sara siempre se ve muy graciosa cuando acaba de levantarse: Sus ojos grises-celestes están medio cerrados, y su pelo dorado pero corto parado. Hasta que no toma su cappuccino no vuelve en si. –Pasame el cappu… –bostezo- Si, exacto, gracias. –Nené le pasa su famoso capuccino. Sara le pone cuatro de azúcar y se lo toma de un sorbo. –Ahh… listo. –Su amiga le pasa su cepillo y Sara se baja el pelo. Ambos ojos se abren y Sara está lista para empezar el día. –Bien, ¿qué dijo el diario? –Pregunta animada.
-Léalo y se entera.
-Muy cierto, a ver… -En primera plana aparece el “Caso Cenicienta”. –Risa- Así que encontraron un zapato manchado, eh?.
-¿Cómo sabía que sería un zapato?
-Nunca dije que sería un zapato… -Se pone sus anteojos rosas- a ver… ¿Y encontraron el cuchillo? ¿En la fuente? No me digas –Una sonrisa burlona se asomó en sus labios. –Bueno, supongo que en cualquier momento llamará el inspector para contarme las últimas.
-¿Cómo podría llamarle? No tiene el teléfono de nuestra casa.
-¿Ah no? ¿Ya te olvidaste de los formularios? No importaba que fuéramos extranjeras, importaba que fuéramos sospechosas. ¿No lo notaste? No nos preguntaba nada acerca de cuándo llegamos, de dónde venimos, etc.
-Ahora que lo dice, es cierto.
-Leeme un poco del artículo del caso.
-Si usted me lo pide –Se aclara la garganta- “El cuerpo fue descubierto por una francesa llamada Nathalie “Nené” Bruleè,-hace una reverencia con la cabeza- quien llegó a Londres hace dos días con su amiga argentina Sara Readman. La policía interrogó a ambas, pero no se sacó mucho en claro; y como luego se encontró el cuchillo en la fuente y el zapato lejos de donde ellas habían estado se descartó su sospecha. Un dato: a las 12:56 se vio un auto azul salir a toda velocidad del garage del parque. La policía le siguió el rastro, que parece terminar en un taller mecánico camino a Essex, donde sólo se encontró un auto amarillo que no cumple con ninguna de las descripciones de los testigos. El dueño del taller fue arrestado y está bajo observación. También se…” - En eso suena el teléfono, y Sara corre a atenderlo:
-¿Inspector Davidson?... No, sólo adiviné que era usted… si, lo leí… No me diga… Por supuesto, si usted me lo pide… espere que anote –Toma papel y lapiz y empieza a escribir- Ajá… Ajá… Ok. Sí, me vendría bien, muchas gracias. Nos vemos allá.
Nené le pregunta ansiosa: -¿Y bien?
-Me pidió que nos encontremos en la comisaría, ya sabe quién es “C.M.”.
-¿En serio? Bien, cuando vuelva le preparo un omelette.
-¿Cómo podría ir sin vos Nené? Cambiate que nos vamos.
La cara de Nathalie se ilumina y corre a su cuarto a cambiarse.

MAYHEW
-Good morning inspector –Saluda Sara de buen humor. Esta estrenando algo que se compró en Londres el día que ella y Nené arribaron: un abrigo largo, de un azul metalizado, con una cinta alrededor de su cintura, y doble abotonado. Por alguna razón se siente Sherlock.- ¿Novedades? –Sonrie.
-Ahí está, la pequeña Sherlock. –Risas. Sara averiguó la razón. Davidson se les acerca a Sara y Nené.- No entiendo cómo sabías lo del zapato.
-Era sólo una hipótesis. Que bien que resultó.
-Tenemos a nuestra C.M. en la sala de interrogatorios, ¿quisieran pasar?
-Por supuesto. –Sara sonríe. Le dice a Nené en el oído: -Acá hacés una cosa bien y ya te pueden ascender a jefe de policía. –Nené ríe, y responde: -Se ha hecho valer, parece como si fuera usted una policía desde siempre. –Sara asiente.

Después de pasar por algunos pasillos entran en la sala de interrogatorios en la que habían estado el día anterior. Una ironía, ahora, en vez de ser las interrogadas, son quienes interrogan.
-Please, come in. –El inspector les abre la puerta.
-Thank you. –Responde Nené una vez que Sara hubo entrado.
Al entrar ven a una mujer, no muy alta, ni muy baja, no muy blanca, no muy tostada, no muy linda, no muy fea. En realidad pasaría desapercibida entre la multitud.
-Ladyes, ella es Miss Caroline Mayhew –La mujer se para. “Caroline Mayhew” piensa Sara “¿Dónde había escuchado ese nombre?”.
-Encantada. –Saluda miss Mayhew, sin mucho encanto.
-¿Le afecta mucho la muerte de su pareja, miss Mayhew? –Pregunta Sara, ojos pensantes. En la mirada de la Mayhew se ve algo de turbación. Nené se apura a regañar a su compañera: -Mademoiselle Sara, ¡Por favor! No saque esas conclusiones aun.
-Pero si es cierto, miss. –Responde Caroline- Charles y yo hemos estado… viéndonos.
-¿A sí? ¿Desde cuándo?
-Desde el pasado 3 de Marzo. –Mayhew se recobra.
-Por favor comencemos. –Dice Davidson mientras le acerca la silla a miss Mayhew.

INTERROGANDO
…- Y desde la fiesta del pasado 3 de marzo –Mirada de la Mayhew fija en Sara- Mr. Charles Graham y yo hemos salido; desde hace dos meses que vivimos juntos.
-Muy bien señorita –Davidson termina de anotar.- Ahora dígame, ¿Dónde estuvo ayer desde las once y media de la mañana hasta la una menos diez de la tarde?
-Estuve en mi casa, practicando piano
-¿Hay alguien que pueda verificarlo?
-Mis vecinos seguramente me escucharon, sus casas están a poca distancia de la mía, y mi piano suena muy fuerte. Sara se acerca: -¿Alguien que la haya VISTO tocar el piano, señorita?
Mirada de odio total: -Sí, mi hijo, quien estuvo conmigo todo el día.
-¿Qué edad tiene su hijo?
-22 años.
-Oh, lo tuvo cuando era usted muy joven, verdad?
-Si, en ese entonces tenía yo 20 años.
-¿En serio? –Sara sonrisa malévola.- Y dígame señorita, Su hijo ya conduce, ¿verdad?
Duda un rato. Momento de total silencio. –Sí. –Responde al fin- Hace ya un año que tiene su licencia.
-Muy bien, entonces no tengo más preguntas, con permiso. –Sara se retira de la habitación, y Nathalie la sigue. Una vez que salieron sigue el interrogatorio.
-¿Qué piensa mademoiselle? –Pregunta Nené ansiosa.
-Pienso muchas cosas, pero pienso más que deberíamos volver a casa. ¿Qué hora es? –Sara se fija en el reloj de la pared de la estación.- Oh, la una y cinco. ¿Querés comida china?
Nené sonríe y sigue a Sara hasta el restaurante chino que descubrieron cuando llegaron a Londres: ¡Y a dos cuadras de su departamento! El delivery no tarda nada en llegar, y no cobran demasiado caro. Pero en todo el tiempo que conoce a Sara, Nené sabe que solo se da un gusto oriental cuando está nerviosa, ansiosa, o con nuevas ideas: “-Es que me relaja, es como irse por un rato al otro lado del mundo y no saber nada más…-.” Le había dicho una vez en su barco a Brasil. O sea que algo pasa, algo grande…

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