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El policía bueno, y el policía malo. Ambos se unen dentro de Sara.


ELIZABETH KELLY
-Miss Kelly, ¿Es usted inglesa?- Empezó Sara el interrogatorio.
-No señorita, yo soy de Estados Unidos. De la ciudad de Springfield, Illinois.
-Si, notaba un acento diferente al de los demás… ¿Cuándo llegó a Inglaterra?
-El 20 de mayo del 2006 llegué en avión junto con tres amigas a Oxford. Ellas venían por becas para universidades, pero yo vine a visitar a mi hermana Susan, que acababa de tener un bebé. Me quedé un tiempo con su familia y luego encontré trabajo como camarera en un restaurante. No ganaba suficiente, razón por la cual empecé a buscar un trabajo, ya que quería instalarme en Inglaterra. Entonces leí en el periódico que se necesitaba mucama para esta casa, y yo soy muy buena para estos trabajos señorita –Sube orgullosa la mirada. “Yo no le pedí que me cuente la historia de su vida” piensa Sara. Elizabeth sigue narrando- Así que me tomé un tren y me presenté para el empleo, el cual obtuve enseguida por mi gran desempeño –Brillo en los ojos.
-Y dígame -Retoma Sara- ¿Le pidió mr. Charles algo en especial para su trabajo?
-A ver… -Piensa. No entiende.- ¿A qué se refiere, señorita?
-¿Le pidió mr. Graham que desarrolle su trabajo de alguna forma en especial, en particular, fuera de lo común?
-¡Ah! –Le calló la ficha- Sí, me pidió algo muy raro, el quería que me comportara como una mucama de la antigüedad. Debía presentar a quien le visite, servir callada, vivir aquí, usar este simpático uniforme, llamarlo “el señor” cuando me refiera a el… me divierte actuar así, es como desarrollar un papel en una obra de teatro.
-¿Tiene alguna idea del porqué de su pedido?
-Nunca me lo aclaró, pero yo supongo que es por que le divertía. Verán, al señor le gustaban mucho el teatro, el cine y la literatura, era un hombre muy culto.
-Ajá… -Nené anota todo en su libretita lo más rápido que puede.
-¿Mr. Graham le pedía lo mismo a los otros empleados de la casa? –Sara hace caso omiso a la desesperación de “su asistente” por anotarlo todo.
-¿A Sam y a Lilly? Ellos también actuaban como empleados caseros de las novelas antiguas, nunca me dijeron que se los haya pedido, pero cumplían un papel como yo.
-Ya veo… Bueno, pasemos a los hechos: ¿Dónde estuvo el día miércoles 23 de junio entre las 11:45 am y la una de la tarde?
-Verán, el miércoles es mi día libre, a las diez de la mañana salgo de aquí y me tomo un tren hasta la casa de mi hermana y paso el día allí. Pero esa vez fue distinto, me levanté con gripe y tuve que permanecer todo el día en cama.
-¿Hay testigos para su coartada?
-Sí: Lilly iba cada 20 minutos a tomarme la fiebre (que llegó hasta los cuarenta grados). Y el doctor Telerfield se ocupó de revisarme a las 9 de la mañana. Además apenas podía moverme.
-Me alegra saber que ahora está mejor. –Sara con su mejor sonrisa amable
-Gracias.
-Ahora cambiemos de tema. Tengo entendido que hace poco hubo una celebración por el cumpleaños del señor de la casa.
-Así es, fue muy divertido. –Eli con una sonrisa y los ojos perdidos en la fiesta.
-¿Ocurrió algo fuera de lo común esa noche?
Vuelve a la realidad -Mmm… Bueno, cuando Lilly y yo sacamos de la mesa echamos de menos un cuchillo. Creo que era en el lugar del doctor Telerfield.
-Ajá, y ¿a qué hora fue eso?
-La fiesta terminó muy tarde. Sacamos de la mesa a las… 3 de la mañana, creo.
-Bueno. Ahora pasemos a otro tema: ¿Le cae bien miss Mayhew?
-En realidad… -Piensa cómo decirlo- En realidad no le tengo mucho cariño, es algo… Engreída.
-¿En serio le da esa sensación? ¿Por qué?
-Bueno, es una mujer muy rica, seguramente fue algo malcriada; pero a veces parece que se cree superior a nosotros, cosa que nos molesta mucho.
-Ya veo, ¿Tiene esa sensación desde que la conoció?
-Sí, siempre nos mira desde arriba.
-Bien. Dos ultimas preguntas: 1) ¿Notó raro a mr. Graham o a miss Mayhew en estos últimos días?
-¿Al señor y la señorita? No, para nada. Bueno, en realidad el señor casi no salía últimamente, pero no veo cómo asociarlo con un crimen.
-Está bien, 2) ¿Debe seguir llamando a mr. Graham “el señor”?
-Yo respeto mucho a los muertos miss, y si esa era la voluntad en vida del señor, pues, lo seguiré haciendo. Además ya estoy acostumbrada después de 3 años.
-Muy bien, supongo que eso es todo. Muchas gracias miss Kelly.
-Un placer. –Se para.
-Por favor dígale al doctor que pase por aquí.
-Sí, enseguida voy. –Hace una reverencia y sale cerrando la puerta tras de sí.

LIBROS
-¿Anotaste todo Nené?
-S… -Anota un punto y termina su redacción a las apuradas- ¡Sí!
-Bien, ahora vamos a entrevistar al renombrado doctor –En los ojos de Sara se distingue un brillo especial cada vez que espera algo con ansias, como en este momento, sus ojos se tornan faroles de esperanza por lo que viene. Se nota que previene muchas cosas de la próxima entrevista. -¿Qué te parece?
-¿Que qué me parece? Creo que podría aclararse algún que otro punto. Quizás hasta aparezca alguna pista nueva, ¿no? –Nathalie enseguida nota la mirada de su amiga.
-Es probable, pero lo que espero con más ansias es atormentar a ese hombre con toda clase de preguntas. –Ahora ese brillo de esperanza, se torna en un brillo de malicia. “Parece que monsieur le docteur no le dio una buena impresión a mademoiselle Sara.” Piensa Nené. En ese momento Sara se levanta y se pone a revisar la biblioteca. No lo había notado hasta ese momento, pero parece que Graham no era un gran lector. De cada diez libros en esas enormes estanterías cuatro no han sido nunca leídos, dos tienen alguna que otra marca señaladora y otros cuatro son de mentira. Agarra uno de mentira con el título de “Crimen y castigo” y lo abre. Es como una caja de cartón y adentro, ¡sorpresa!, un revolver calibre 22. Vuelva a poner la caja-libro en su lugar. –Hay algo aún más raro -Murmura sin que Nené la escuche- Los únicos leídos son los de ciencias. Nada de literatura clásica, policiales, filosofía. No, sólo ciencia. –Da media vuelta y vuelve a su asiento. En ese momento se entreabre la puerta de la habitación y Telerfield asoma la cabeza para preguntar -¿Puedo?- A lo que Sara responde con un movimiento de cabeza como diciendo “Venga”. “Que impertinente” piensa el doctor con una mueca de desagrado; Sara lo nota y se apresura a sacar ventaja: -No piense mal de mí, doctor. Sea tolerante y recuerde que no soy inglesa.
-No sé por qué lo dice miss, yo tengo mucha paciencia con los extranjeros.
-“Paciencia”, ¿Por qué eligió esa palabra?
-Bueno… -Piensa cómo salir de esa- Usted sabe, a veces los turistas e inmigrantes no se adaptan bien al idioma o a la ciudad. Paciencia en ese sentido.
-Ya veo –Insatisfecha, lo deja ir por esta vez. Rebusca en su bolsillo hasta encontrar un estuche del que saca sus anteojos rosas. Se los pone y comienza con seriedad- Muy bien, empecemos.

RALPH  TELERFIELD
Luego de apuntar los datos regulares (Nombre, domicilio, etc.), pasaron a las preguntas serias.
-Dr. Telerfield, ¿Dónde estaba el 23 de junio entre las 11:30 y las 13:00?
-Hasta las doce estuve en mi casa atendiendo a unos pacientes, al mediodía salí a comer con mi esposa Gracia. Pueden interrogarla si quieren.
-Ella es quien debe darnos su consentimiento, no usted. ¿Alguien más aparte de Mrs. Telerfield para comprobar su coartada?
-Davis, el mozo de la mesa que ocupamos ese día en “The London Tower”.
Sara larga un silbido entre dientes -¿Van allí muy seguido?
-Sí, cada viernes –El doctor alarga su cuello aristocráticamente en total actitud “Soy LO más”.
-Entonces no le va nada mal con sus loquitos, doctor. –Sara con su sonrisa burlona.
-No voy a aceptar más impertinencias. –Se para y abre la puerta.
-Por favor doctor, dijo que tendría paciencia, ¿no? –Combo de sonrisa super-burlona y ojitos de “No me culpe”.
Con toda la rabia del mundo reflejada en su cara Telerfield cierra la puerta y vuelve a su lugar. Nathalie termina de escribir y reta a su amiga con la mirada, y recibe de respuesta la de su amiga como diciendo “me estoy divirtiendo mucho, jeje”.
-Prosigamos S’il vous plais. –Se apresura a decir la dulce Nené.
-Bien. Now, please, responda doctor. –Sara vuelve a su cara de angelito.
-¿Que responda qué?
-Dígame si gana bien con su empleo.
-Eso no es asunto suyo, pero sí, gano bastante bien. Aunque, no me avergüenza decirlo, últimamente hemos tenido problemas con el dinero; usted sabe, la crisis ya empieza a pegar, y todo sube.
-Oh, claro, claro, y aún así van a comer una vez por semana a uno de los restaurantes más caros de Londres; el 23 fue miércoles, por cierto.
Ralph blanco hasta el pelo se paraliza por 5 segundos y luego se apresura en contestar: -Si, ya sé, es que esta semana hicimos una excepción.
-¿Y a qué se debe ese cambio de planes? –Sara se torna muy seria.
-Acababa de terminar con un paciente que atendía desde hace meses, un caso muy serio: una manía persecutoria que tarde o temprano acabaría en manía homicida, ya que para un hombre con su enfermedad mental todo valía con tal de “proteger” su vida.
-Ya veo. ¿Puede ser que ese paciente sea, por casualidad, el mismísimo Charles Graham?

DULCE
Ralph Telerfield abre muchísimo los ojos, tanto que parece que están por salirse de sus órbitas. Algo pálido y un poco sorprendido admite que, en efecto, Charles era el paciente a quien se refirió. -¿Cómo lo supo? No lo entiendo.
-Hay un pequeño revolver en uno de los libro-cajas de la biblioteca, aunque apostaría a que hay más, o quizás un cuchillo.
-Así que esos libros falsos no eran sólo para decorar… ¿Pero lo dedujo sólo de un revolver escondido?
-No, miss Kelly me dijo que Graham ya casi no salía. Además me chocó un poco otra cosa que luego le explicaré.
-Miss Readman, se ha ganado mi respeto. –dice el doctor con una leve reverencia de cabeza.
-Gracias, pero era sólo una hipótesis. –Sara cara colorada, mirando para otro lado. Se sacude un poco y se pone seria. De vuelta. Nené sonríe al ver la rara reacción de su amiga, y vuelve a concentrarse en su libretita. –Bien, volvamos a lo nuestro: Me contó un pajarito que hubo una fiesta hace poco, ¿qué puede decirme de ella? –“¿Por qué hará tanto hincapié en esa fiesta?” piensa Nathalie mientras que Ralph empieza a relatar:
-Fue una noche muy interesante, Gracia fue con un vestido turquesa que deslumbró a todos. Estaba realmente hermosa. Supongo que por eso nos nombraron rey y reina del baile. –Sus ojos se pierden en el pasado y empieza a recordar aquellos felices últimos momentos con su mejor amigo. En eso estaba cuando Sara interrumpe en su meditación: -¡Doctor!, ¿se siente bien? –La cara algo preocupada de Sara sorprende a Telerfield, quien responde: -Sí, perfectamente. Aunque creo que la pérdida de mi amigo me afectó más de lo que suponía.
-Está bien, no tiene que hablar de esa noche si no quiere. –Repentinamente la cara de Sara refleja una dulzura y comprensión increíbles comparándola con la que tenía hace un rato. Nené termina de escribir lo último dicho y se queda contemplando a ambas partes de la conversación. Su amiga parece una maestra de Jardín de niños consolando a un nene que se asustó con algo. “Es raro que mademoiselle deje salir algo de su dulzura natural. Quizás monsieur le docteur no le cayó tan mal después de todo” piensa Nené. Sara retoma la conversación: -Muy bien, dejemos eso de lado, sólo una pregunta: ¿Su traje o el de su pareja tenía bolsillos?
-En el bolsillo de mi traje apenas entra una moneda, y Gracia compró su vestido especialmente sin bolsillos, pero llevó una pequeña cartera para guardar las máscaras cuando ya no las necesitemos.
-¿Entraría en esa cartera… un tenedor?
-¿Qué? –Telerfield alza la mirada algo sorprendido- ¿Un tenedor?
-Tan sólo responda a la pregunta.
-Sí… supongo que sí.
-Conoce a Charles desde hace un tiempo, ¿cierto?
-Desde hace diez años. Yo soy 7 años mayor que él, por eso me chocó mucho que él muera primero.
-Claro. Bueno señor –Sara se frota las manos- Creo que eso es todo por ahora, pero me gustaría hablar con su esposa uno de estos días.
-Le preguntaré al respecto. Good afternoon laydes.
-Good bye. –Dicen al unísono Sara y Nené. El doctor hace una inclinación de cabeza y acto seguido sale de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Cuando Ralph sale Sara lanza un suspiro y se relaja en su asiento. –Pensé que no terminaríamos más –dice Sara en español. Nené la observa un momento y responde: -¿Ya se agotó?... perdón, “Ya te agotaste” ¿no?
-Muy bien. Sí, me agoté, ese hombre es un bebé después de todo.
-No lo culpes, perdió a un buen amigo.
-No está mal por eso, creo que la señora Telerfield nos aclarará las dudas. Pero primero concentrémonos en otra cosa: miss Caroline Mayhew.
-¿Cómo? –Nené sorprendida- pero si ya la interrogamos.
-Sí, pero ahora que tengo más puntos claros, necesito sacarme una duda. Y ella tiene la respuesta. –Se estira un poco y toca un boton en la mesa que tiene a la derecha. Se escuchan unos pasitos apresurados y entra Eli. -¿Necesitan algo? –Pregunta respirando hondo.

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