A ver qué hay...
Home
Cosillas
Sara y Nené
Alnas Di Gregori
=> UNO
=> DOS
=> TRES
=> CUATRO
=> CINCO
Contacto
Libro de visitantes
Chusma, chusma!
Sobornados
La LUPA
Qué hay de nuevo?
SPAM
CINCO
Jay Jay el avioncito...

UNA CAJA
-Mamá, ¿vos me querés? –Esa duda veníale carcomiendo la cabeza desde hacía varios años.
-Por supuesto, Alnas. Vos sos mi hijo, y un buen chico. Yo te amo con todo mi corazón. –Aquellos ojos claros, honestos, penetraron en su mente para calmarlo.
-Yo también te amo, mamá. Pero, si me amás por que soy tu hijo… Entonces, ¿por qué papá no me quiere?
En la cara de Sheila se denotó preocupación.
-Alnas, vos sos un chico excelente, amable, inteligente, amoroso… Tu padre en el fondo te ama, pero…
-¿Pero? ¿Tengo algo mal, mamá? Por que papá no es el único que me mira feo. Cuando voy a la escuela los chicos no quieren jugar con migo, y se burlan de mí. Será… ¿será que tengo mal aliento? –Acercó una mano a su boca para intentar oler, pero antes de soplar, su madre lo agarró entre brazos, lo abrazó con tanta ternura, pero sentía tanta tristeza…
-No Alnas, no tenés mal aliento, no te preocupes, vos no tenés nada mal. –Por las mejillas de Sheila cayeron gotas de cristal, de cristal opaco, por que opacas son las lágrimas de tristeza. El abrazo terminó, pero Sheila tomó por los hombros a su hijo, y se puso de cuclillas para estar a su altura, y con mucha determinación empezó: -Recordá, no importa lo que pase, siempre podés contar con migo. Pero, el día que yo no esté, tenés que hablar con una persona, y sólo con esa persona. –Se detuvo un momento para secarse las lágrimas con la manga de su sweater.
-¿Con quién, mamá?
-Con... –Alnas no pudo escuchar bien.
-¿Qué? ¡No te escucho!
-Con el que…
-¡No escucho! ¡La turbina es muy fuerte, tapa el sonido!
Un momento, ¿qué turbina?
Cuando se quiso dar cuenta, su madre ya no estaba en frente suyo, y el ambiente en el que estaban se llenó de oscuridad. Era cierto, había un ruido de turbina insoportable.
Abrió los ojos. Descubrió más oscuridad. No, por un pequeño agujero en la pared entraba un rayo de luz tenue. ¿Era eso una pared? Se dio cuenta de que estaba “hecho bolita” en un lugar muy angosto. ¿Un lugar? Eso más bien parecía una caja…
¿¡UNA CAJA!?
Extendió la mano para tocar esa pared. Definitivamente, era madera. Tocó en todas direcciones para calcular cuánto mediría esa caja. 1.20 m de ancho, por 1m de largo, por 1.30 m de alto. Alnas, con su metro setenta, no podía estar más incómodo.
Volvió a fijarse en aquel agujero. Acercó el ojo para ver para afuera; cajas.
Cajas, y cajas y cajas. También valijas. Una jaula con un gato siamés que lo miraba amenazadoramente.
Cajas, valijas, jaulas de mascotas… Qué podían significar? Además, ese ruido de turbinas, y una extraña sensación.
UN MINUTO, ¿¿estaba en el compartimiento de carga de un avión??
Imposible.
¿Qué rayos?
¿Qué había pasado?
Intentó moverse, para descubrir un mareo molesto que se apoderó de su cuerpo.
Cierto, un hombre con bigote y sombrero le había dado con una flecha. ¿Estaría envenenada? Probablemente sí, si no, no se hubiera quedado dormido.
¿Debía gritar para pedir auxilio? No, sería totalmente inútil, nunca hay nadie en estos compartimientos. Más importante: ¿qué carajo estaba haciendo Alnas allí dentro? ¿A dónde se dirigía el avión? ¿Con qué motivo había entrado un hombre a cazarlo?
Muchas dudas, y no veía una solución aparente.
Decidió, para no llorar, reír, y pensar en la parte positiva: a donde fuera que fuesen, sería lejos de ese ave rapiña rubia platinada, aquel orangután pelado, el idiota de Puertas, la profesora incomprensiva… Marcos; la imagen de su mejor y único amigo pasó fugazmente por su mente, dejándole un gusto amargo, habiéndose sentido tan feliz por el viaje forzado.
Decidió esperar a que el viaje terminara, para hacer todas las preguntas pertinentes.

Esperar no fue su más brillante idea. Pasaron 4 horas y aún no había llegado. Un vuelo internacional. Quizá intercontinental. Suerte que aún no existían los interplanetarios, ¿no?
Tenía sed. Tenía hambre. Estaba incómodo y adolorido. ¿A quién mierda se le ocurría hacer un vuelo intercontinental en una caja? A él no! Nunca le preguntaron!
Empezó a patear una de las paredes de la caja. Pateó, pateó y pateó, cada vez con más fuerza. ¿¿Por qué lo habían atacado?? PUFF!
Su bronca se convirtió en una patada fuerte, muy fuerte, quizás demasiado fuerte, ya que logró agujerear aquella pared de madera.
-No sabía que podía hacer eso –exclamó anonadado.

Te gusta?
Esperá la próxima parte.



PARA QUE SE SEPA!
Si gente, un libro de visitantes ES diferente de un libro de contactos.
CÓMO??
Easy people, en la página de "contacto" me mandan un mensaje privado a mí solita, mientras que en el "libro de visitantes" dejan un mensaje para todo el chusma que se pase por ahí, todo el mundo puede leerlo.
AHORA LO SABEN!
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis